El 24 de junio de 1916, Fernando Pessoa le escribía una larga carta a su tía Anica contándole un «misterioso asunto» que le había ocurrido unos meses antes: «Hacia finales de marzo, he empezado a ser un médium (…) Estaba una vez en casa, de noche, recién llegado de la Brasileira, cuando sentí el deseo, literalmente, de coger una pluma […]
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