El brillo de sus ojos no parece, desde luego, el de una persona de ochenta y cuatro años. Ni rastro de cansancio, ni de desapasionamiento: por el contrario, todo en Dacia Maraini (Fiesole, 1936) transmite vitalidad, entusiasmo y fe en que las cosas pueden cambiar a mejor. En su casa […]
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